Títulos por tema: 1. Diseñar para el mercado: privilegio y conflicto 2. El conflicto ante el pedido de diseño 3. El diseñador y conflicto 4. Diseño y mercado La actitud profesional ante la sociedad de mercado y su cultura del consumo. Extracto de una nota de Norberto Chaves en ForoAlfa Los encargos de diseño provienen de necesidades del mercado de muy distinto signo y, por lo tanto, no todos resultan compatibles con las posiciones éticas, ideológicas o culturales del diseñador. Aun así, muy pocos profesionales pueden darse el lujo de elegir cliente o rechazar un encargo. Y, si trabajan en relación de dependencia, esa posibilidad es decididamente nula. Un volumen alto de programas de diseño va claramente dirigido al mercado de la estupidez: pone la tarea proyectual al servicio de una innovación compulsiva y superflua, sólo justificada por la necesidad comercial de estimular permanentemente a los consumidores. La innovación formal —promovida, festejada y premiada oficialmente— no es sino un recurso de la estrategia de obsolescencia programada, concebida para potenciar ese ciclo consumo-descarte-consumo que está destruyendo el planeta, un «círculo vicioso» en todos los sentidos de la expresión. Esta sociedad no genera programas ética, cultural y ambientalmente responsables, suficientes para dar trabajo a los millones de profesionales que pueblan el globo. Y la simple voluntad del diseñador aislado no alcanza, hacen falta clientes, inversores, patrocinadores. El diseño es un servicio y sólo cumple una función social cuando su cliente la tiene. El diseñador lúcido y sensible se ve, así, ante la disyuntiva de aceptar todo tipo de encargo para mantenerse, o rechazar aquellos conflictivos arriesgándose la desocupación. Algunos hallarán un hueco por el cual huir del mercado de la estupidez, refugiándose en temáticas dignas; pero, lamentablemente, se tratará de meras salvaciones minoritarias, no generalizables. Nombre del alumno, Cátedra Belluccia, nivel 1 Frase destacada: a elección del alumno